La cita
Las manecillas del viejo reloj de pared parecían moverse a cámara lenta. Todo lo contrario a su corazón, bombeando descontrolado.
Las manecillas del viejo reloj de pared parecían moverse a cámara lenta. Todo lo contrario a su corazón, bombeando descontrolado.
—Deja de frotarte las manos, mamá —suplicó Samantha temerosa de que la enrojecida piel acabase por desprenderse. Le cogió de
Era un colegio estricto de prestigioso nombre cuyas normas rozaban lo rancio. La profesora Willmar se presentó a sus alumnos
Esperanza. Su corazón estaba lleno de esperanza e ilusión. Por fin iba a convertirse en aquello que tanto deseaba. Ya