Hoy es el día de la madre y podría soltar una retahíla de cumplidos (todos ellos merecidos), pero creo que no, hoy prefiero hablar de lo que verdaderamente conlleva la palabra madre.
Madre es proteger la vida que llevas dentro aún siquiera de notar sus primeras patadas, es olvidarte de fumar si lo haces, de los chupitos de los sábados, de incluso, plantearte si el sexo de esta u otra postura va a dañar a tu pequeño aunque tenga el tamaño de una lenteja.
Madre es creer que vas a morir de dolor durante el parto, maldecir a tu pareja y a ti misma por haberte puesto en esa situación, olvidar que estás despatarrada delante de un montón de gente con bata que cada pocos minutos traspasan tu espacio para explorar tu parte más íntima, es perder la dignidad y suplicar drogas duras con tal de que acabe el sufrimiento. Y, al mismo tiempo, olvidar todo eso en cuanto tienes a tu bebé en los brazos. Dibujar una sonrisa cuando se te engancha al pecho y disimular el esfuerzo que está haciendo tu cuerpo para asimilar tanto cambio en tan poco tiempo.
Ser madre es olvidar lo que es dormir más de cuatro horas seguidas. Es tocar su pecho cada quince minutos para comprobar que sigue durmiendo plácidamente, es machacarte los dedos de los pies contra cada pata de mesa o cama cuando andas en la oscuridad en busca de pañales y biberones.
Ser madre es pasar meses sin poder ducharte tranquila, sin dedicarte tiempo, sin cagar mientras lees un buen libro u ojeas las últimas noticias de las redes sociales. Ser madre es ver cómo tu cuerpo nunca jamás volverá a ser el mismo, mirarte al espejo y pellizcarte las tetas para comprobar que nunca serán las mismas, que el vientre plano y el ombligo perfecto quedaron en el olvido.
Ser madre es pasar horas en el borde de la piscina infantil porque tu pequeño solo se entretiene si tú estás allí, aunque eso signifique pillar una insolación de tres pares de narices. Ser madre es ponerte el bikini o el bañador y lucirlo dignamente porque, aunque las estrías, el michelín o el pecho caído intenten bajarte la moral, tú eres madre y puedes con eso y mucho más.
Ser madre es hacerte un esguince en la muñeca de soportar tanto peso en brazos con tal de que deje de llorar, es romperte el espinazo cuando aprenden a andar. Ser madre es convertirte en una agenda con patas, en la responsable de que todos recuerden sus tareas, en que el inglés es a las cinco, el día de la fruta son los miércoles, el niño prefiere la leche desnatada y la niña los zumos de naranja.
Ser madre es aceptar que si hay un olvido, probablemente será culpa tuya, si no encuentran los calzoncillos favoritos es porque tú los has guardado donde no toca. Ser madre es aceptar que tus hijos crecen, que empiezan a pensar que lo saben todo, que muestran su carácter, que tú estás anticuada y no entiendes lo que sienten.
Ser madre es convertirte en taxista, en psicóloga, en prestamista, en personal assistant, en cocinera, en consejera, en la buena o mala de la película. Ser madre es seguir padeciendo cuando son mayores.
Ser madre es saber quedarte a un lado cuando tomen sus propias decisiones, cuando abandonen el hogar familiar para comenzar su propia vida en pareja o solitario. Ser madre es aceptar que durante estos primeros años dejarán tus brazos, te necesitarán menos y alegrarte por ello.
Madre es la que cuando deciden regresar y buscar tus consejos, los acoge de igual a igual, entiende sus problemas porque ya ha pasado por ellos. Ser madre es estar a su lado cada vez que lo necesiten, aceptar que los tuppers que se han llevado con los restos de la comida del domingo, jamás regresarán.
Ser madre es cuidar de los nietos con la misma o mayor ilusión que lo hicieron con sus hijos, volver a calentar biberones, cambiar pañales, aprovechar la ocasión para malcriar todo lo que no se atrevieron con los propios retoños.
Ser madre es todo eso y mucho más, es ser capaz de combinar esa tarea con la de pareja perfecta, amiga infalible, trabajadora incansable y mujer con ganas de vivir.
Por todo esto en general y por todo lo demás en particular, gracias MAMÁ.
No se puede decir mejor!
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Gracias!😘
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Sadire, me ha encantado todo lo que has escrito porque es ¡tan real y verdadero! Me has hecho reír con la alusión a los “tuppers” que no regresan… Ahora uso unas pequeñas bolsas y no tengo necesidad de pedir que me las devuelvan. ¿Y sabes? Ya ni recuerdo cómo pude sobrellevar los tantos detalles que implicaron la crianza de mis cuatro hijos; la juventud es una gran aliada. Los he revivido ahora, desde cuando mi única hija mujer nos contó que estaba embarazada.
¡Un gran abrazo de madre a madre!
¡Besos!
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¡Muchas gracias, Saricarmen! La maternidad solo se puedo contar/vivir desde la realidad, el humor y el amor. Me alegra que te haya gustado y los tuppers… (Que no se entere mi abuela, pero van tan bien…jaaahjaa).
Besacos!
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Totalmente de acuerdo. Tengo cuatro hijos, dos hombres y dos mujeres. La mayor nació cuando yo tenía 25 años. Desde entonces lo que narras en tu relato ha ido sucediendo. Ahora con dos nietos también soy la abuela que está ahí para llevarlos al médico cuando mi hija no puede por su horario escolar.
Y me encanta que sea así. Siempre estoy dispuesta, mientras me lo pueda permitir. Seguiré siendo madre, abuela, consejera, amiga y lo que haga falta.
Un abrazo.
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Es ley de vida, todo se repite, como en la moda😂. Yo también espero ser una de esas abuelas (¡qué seríamos sin ellas!)
Gracias por pasarte y comentar😘
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WOW, esas palabras no hanllegado al corazón. Por cierto tienes una redacción muy prolija, sigue así
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Ummm entiendo que “sí han llegado al corazón” 😅😂. Sea como fuere, gracias por pasarte y comentar😘
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Me encantó…¡cuánta verdad en esta bella prosa! soy madre de cinco hijos y abuela de tres nietos….¿cómo no entender tu escrito? Te invito a mi blog si tienes algún tiempito. Saludos.
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Uff cinco hijos! No puedo imaginar la faena que te dieron. Gracias por pasarte y comentar! Le echo un ojo a tu blog😉
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