El trayecto solo duraba quince minutos así que Isabel prefería sentarse y observar a los pasajeros que cogían el metro de las ocho y dejar la lectura para el viaje de regreso, cuando los vagones estaban menos concurridos.
Miró a la señora de la izquierda y a su hija. La niña bostezaba y apoyaba la cabeza en el hombro de su madre, quien acariciaba su lacia melena con cariño. El hombre de la derecha ojeaba uno de esos periódicos que regalan en la entrada de la estación. Le llamó la atención su poblado bigote y la forma curiosa que tenía de arrugar la nariz cada pocos segundos.
Isabel Norcía estaba a punto de llegar a su destino, pero aún tuvo tiempo de posar su mirada en el chico que tenía enfrente y que no había apartado la vista de su libro en todo el trayecto. Parecía concentrado y absorto con la historia. Isabel se sintió intrigada por saber el título de la novela.
“Un momento”, pensó, “esa cubierta parece…” Ladeó la cabeza a la espera de que el chico pasase la página y con el movimiento desvelase la duda.
Se mordió las uñas y a punto estuvo de gritarle: “¡Lee más rápido!”. Las puertas se abrieron. Era su parada y tenía que apearse si no quería llegar tarde al trabajo.
Justo en el andén, cuando el tren comenzaba a ponerse en marcha, el chico se removió y levantó el libro dejando al descubierto el título: Historias sin fin de Isabel Norcía.
¡Woow!
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Si yo me encuentro a alguien (desconocido) leyendo alguno de mis libros. Seguramente le daría coba para saber qué le parece lo que está leyendo. 😉
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La pobre Isabel no pudo, pero estoy convencida de que se fue más contenta que nunca a trabajar 😊
Besacos!
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Casi seguro que así fue. 😉
Feliz semana.
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Igualmente, Antonio😘
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Qué ingenioso… Me encantó. Besos a tu alma.
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Gracias, Maria del Mar.
Besacos de vuelta!
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Genial! Para unirme a la reflexion de Antonio, en mi caso, lo primero sería buscar la cámara oculta. Lo segundo, esperar a que sonara el despertador de un momento a otro. Lo tercero, empezar a creer en los viajes en el tiempo, porque alguien que pudiera leer un libro mío tendria que haber viajado antes al año 2050, donde los regalan con los happy meal cuando se quedan sin muñecos. Pues: ni yo he escrito un libro, ni creo que a este paso lo haga nunca.
Tendrán que fabricar más muñecos.
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Jaaajjjj
Pues oye, aunque suene el despertador, cosa que me ha sucedido, la sensación ya es espectacular😉
Por favor, deja a los marcianos y regresa!
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Todavía no puedo, tengo el síndrome de la manifestación y hasta que no me lo sacuda solo puedo aparecerme de vez en cuando como el de Canterville. Pero volvere: tengo un libro que leer, un par que escribir, mil cosas a medias y otras mil que empezar para decepcionar a más gente.😎
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Te me estás ablandando, Sadire. ¿Dónde están los cadáveres en el tren, dónde están Michel y Bones, cómo han comprado su billete?
No comentamos el hecho de encontrar de súbito a alguien leyendo tu libro porque esa sensación ha de ser indescrptible.
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Es que la escena en la que a Isabel le da un “apechusque” de la emoción y cae en las vías del tren justo antes de que se ponga en marcha, me la guardo para próximas entradas😂😂😂
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