Llegó envuelta en su abrigo de paño rojo con gesto dulce, palabras respetuosas y ojos ávidos de nuevos conocimientos, pero con paso seguro y firme como el color carmesí de su chaqueta de paño dispuesta a afrontar un nuevo camino.
Los primeros días fueron duros, estresantes, apabullantes y aunque la desesperación y el cansancio intentaron apoderarse de ella, no lo consiguieron. Se mantuvo erguida: en su vocabulario no existía la palabra abandono ni renuncia.
Los días y después los meses, la hicieron más fuerte, mucho más de lo que ella hubiese imaginado. Nunca perdió la sonrisa, al contrario, su humor ácido y su enorme corazón acabaron enamorando a todo afortunado que compartía unos minutos con ella.
Pero ella fue quién la vio entrar con su abrigo rojo el primer día: “Esta chica es especial”, pensó.
PD: ¡Feliz cumpleaños, mi chica del abrigo rojo!
Qué bonita felicitación que esconde mucho más de lo que hay a simple vista. ¡Esa amistad es la que vale oro! 🙂
Abrazo, Sadire
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Gracias, Lidia. En los momentos complicados es cuando se forjan las relaciones más especiales y esta chica lo es.
Besacos!
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Sensibilidad pura en esa original felicitación. Besos a tu alma.
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Gracias, Maria del Mar. Viniendo de ti con los versos que haces es todo un halago.
Besacos!
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Esto del reconocimiento y exaltación + felicitación está muy bien, pero oye, hace ya cierto tiempo que no matas a nadie.
¿No te nos estarás ablandando, verdad?
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Es verdad, tendré que idear algo maléfico…..😈😈
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Muy bonita felicitación, Sadire!
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Gracias, Lord!😘
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