Toda su vida había servido a la noble casa Marlow, al principio resignada y después agradecida. Debido a su eficaz y pulcro trabajo se había salvado de vivir en miserables y húmedas calles cubierta de mierda de caballo y desperdicios.
Sin embargo, cuando se enteró de que estaba embarazada comenzó a mirar a sus señores con envidia. Quería que su hija -sentía que iba a ser niña- difrutase de las mismas comodidades que tenían las señoritas a las que cuidaba. Por eso cuando tuvo a la pequeña Ingrid en sus brazos no lo dudó: tenía que visitar a la bruja de los negros.
Sabía que solo por visitarla podía ganarse unos azotes por parte del señor. La brujería estaba prohibida y el contacto con los esclavos fuera de los temas del trabajo todavía más. No le importaba.
Envolvió a Ingrid y aprovechó que estaba durmiendo para salir y cruzar el bosque. Una de las esclavas le había dicho a cambio de una pastilla de jabón, que la bruja vivía en una cueva junto al río.
Sintió el viento helado en sus mejillas y aceleró el paso. La cueva estaba en penumbras, nada indicaba que estuviese habitada, pero apretó los dientes y entró. Una voz le ordenó que parase. Obedeció. Unos ojos anaranjados se pusieron frente a ella.
—¿Estás segura de que quieres continuar? Aún estás a tiempo de desandar tus pasos y cobijarte en los calientes salones de tus señores —dijo la bruja con voz cascada por los años de humedad y cantos hieráticos.
—No me iré de aquí sin que mi hija vista los mejores y caros vestidos, sin que disfrute de los mejores cuidados, sin que tenga una casa digna donde vivir junto a una familia poderosa, sin que le asegures una belleza juvenil eterna…
La anciana iluminó su rostro con una pequeña antorcha y la mujer creyó ver una sonrisa en su rostro.
—Como desees — Fue lo único que dijo antes de echar unos polvos sobre la pequeña Ingrid.
Desde entonces viste las mejores galas, recibe los mejores cuidados, disfruta de todas las comodidades y vive en una casa noble. Su madre y las hijas de los señores se encargan de eso cada vez que juegan con ella. Lástima que con el tiempo quedase relegada a un armario.
Hay más que la típica historia que juega con el engaño para conducirte a un final inesperado: Has tocado algunas fibras interesantes por el camino…
me ha gustado mucho, compañera.
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Gracias, Israel!!!!! Si algo se ha tocado ya me doy por satisfecha.
Besacos!!!
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Buenoooo, la envidia es muy mala consejera. Y la tirria que me han dado a mí siempre esas muñecas 😱 Muy bueno! Besazos!
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Gracias, Ana. Los deseos pueden ser peligrosos…
No soporto esas muñecas😉
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Me encantaaaaa 😀😀 Es genial!! Muñeca, rica, pero muñeca. Besazo, Sadire!! 😘
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Jaajjjj y juventud eterna! A mi me encanta que te guste😂😂
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No es buena tu entrada, es toda una lección de vida. Es espectacular. Gracias. Besos a tu alma.
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Ualaaaaa Maria del Mar!!! Muchas gracias por tus palabras, aunque creo que no las merezco😊
Besos no, besacos a tu alma!
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Caramba que vuelco inesperado, la verdad es que la bruja cumplió su cometido, pero de una manera tremenda. Excelente micro. Besacos.
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Hay que tener cuidado con lo que se desea, nunca me he fiado de los genios de las lámparas 😂
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Toda una muñequita… Hay que tener cuidado con lo que se desea, evidentemente. Hay que sacar lecciones de esas lecturas que tienen genios de por medio: son bastante cabrones a la hora de conceder anhelos.
Pero, claro, siendo tú la escritora, y ese pasaje inicial de “mierda de caballo y desperdicios”, no auguraba un desenlace muy feliz que digamos 🙂
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Jaajjjj empiezo a creer que ya me tienes calada😉
En realidad creo que la mujer tenía buenas intenciones, como digo más abajo tan solo quería una vida más digna que la suya para su hija, pero se confundió al desear. Y encima no obviemos que se atreve a pedírselo a alguien en una situación todavía peor que la suya (bruja y esclava por ser negra), ¿de verdad pensaba que podría concedérselo? 😊
Besacos, Luis!!
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A ti lo que te gusta es retorcer a tus personajes sin compasión. Por eso me resultó tan chocante el final de “Menos cuentos de hadas…” 😉
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Quizás eso no era lo peor que le había pasado a esa mujer. Si lo que le importa es tener una hija “aseadita”, quizás esa mujer no quería una hija sino una muñeca.
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En ese caso el deseo concedido sería de su gusto😉
Yo creo que la mujer realmente confundió el ser libre, respetada y con una vida digna con comodidades y elementos extra superfluos.
Gracias por pasarte y comentar.
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Gracias a ti por compartir 😉
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