Ya no duelen las horas sin verte.
<No me quedo mirando la danza de las agujas tic, tic, tic; empeñadas en marcar los minutos sin tí.>
Ya no duele no recordar tu olor.
< Mis pituitarias no se escandalizan por el vacío que dejaste.>
Ya no duele no escuchar tu voz dándome los buenos días.
<Mis tímpanos aprendieron a vivir sin la sonoridad romántica de tu garganta.>
Ya no duele no sentir el calor de tu piel rozando mis muslos.
<Las terminaciones nerviosas amputaron su capacidad de vibrar con tu contacto>
Ya no duele no sentir tu aliento en mi nuca.
<Ahora se esconde tras una gran mata de pelo, agazapada de la vista de otras bocas, otros labios>
Pero como buena cicatriz: no duele, pero tampoco se olvida.
Hablo desde mi experiencia. Tal vez duelan pero de otra manera, a través del recuerdo cuando vemos la cicatriz. Yo soy más del “borrón y cuenta nueva” pero cuando algo cuesta olvidar aunque sean pocos los momentos del recuerdo, creo que eso es otra manera de dolor. Un abrazo.
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Pues comparto lo que dices. Tengo una facilidad espectacular para olvidar…aunque es inevitable el recuerdo
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¿Y para eso dices que las Musas las tenías de vacaciones? Porque este texto está francamente bien. Las diferentes impresiones sensoriales y la estructura en paralelo (negación-determinación) conducen a una frase final que está muy bien al transportar mentalmente a una imagen de herida del espíritu… 🙂
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Jolines, Lord, eres increíble desmenuzando los textos y subiendo el ánimo. Gracias!!!!!
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¡A mandar! 😉
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