“¿Y si mi sueño no es como yo esperaba?, ¿y qué hago después de alcanzarlo?
Enredados
MARTINA
Martina llevaba despierta desde las siete de la mañana. Daba igual que fuese sábado. Para ella todos los días eran prácticamente iguales, con la única diferencia de que el fin de semana su marido estaba en casa. Y eso a ella la llenaba de alegría y entusiasmo. Como cada día fue a la cocina y preparó un biberón mientras encendía la cafetera. Subió hasta la habitación del pequeño Miguel que ya esperaba con los ojos abiertos de par en par su toma. Prefirió no cogerlo en brazos , ya tenía suficiente fuerza para agarrar con sus pequeñas manos el biberón y tomárselo el solo. Con un poco de suerte el pequeño seguiría durmiendo y ella podría aprovechar para tomarse tranquilamente su café.
La casa estaba en silencio. Intentó no hacer ruido mientras limpiaba el polvo y fregaba los platos de la noche anterior. No podía soportar ver el fregadero lleno. Anoche no fregó porque Miguel se puso muy potroso y tuvo que acostarse con él. Mientras intentaba dormirlo ella también quedó atrapada en los brazos del sueño.
Mientras secaba los platos no pudo evitar pensar en que anoche ni siquiera cruzaron tres frases seguidas. Héctor llegó cansado de trabajar y ella estuvo cocinando y pendiente de Miguel a partes iguales. Aún así consiguió preparar una de las comidas preferidas de su marido, el cual tras el primer bocado dijo:
- Está buenísimo, cari, como siempre.- y siguió prestándole atención a las noticias.
Martina no contestó, tan solo asintió con una sonrisa. Deseaba complacerle, a su marido y a su hijo. Al fin y al cabo estaba viviendo su sueño ¿no? Había conseguido crear una familia, un hogar. Y eso no podía estropearse, era feliz, sí, era muy feliz…¿entonces por qué sentía ese vacío en el pecho?